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Tipos de Conocimiento

El conocimiento, en su sentido más amplio, es una apreciación de la posesión de múltiples datos interrelacionados que por sí solos poseen menor valor cualitativo. Significa, en definitiva, la posesión de un modelo de la realidad en la mente. El conocimiento comienza por los sentidos, pasa de estos al entendimiento y termina en la razón. Igual que en el caso del entendimiento, hay un uso meramente formal de la misma, es decir un uso lógico ya que la razón hace abstracción de todo un contenido, pero también hay un uso real. Saber es el conjunto de conocimientos que producen un pensamiento continuo de recuerdos de los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo.

Algunas conclusiones sobre el conocimiento:

  1. El conocimiento es una relación entre sujeto y objeto.
  2. Si a un ser se le considera como un objeto es por la relación a un objeto, y si a otro se le considera como a un sujeto es por la relación a un sujeto.
  3. El conocimiento es un fenómeno complejo que implica los cuatro elementos (Sujeto, Objeto, Operación y Representación interna) de tal manera que si fuera uno de estos, aquel no existe.
  4. La representación interna es el proceso Cognoscitivo (es la explicación a tu propio criterio).

Visión filosófica clásica

Según Platón, el conocimiento se caracteriza por ser necesariamente verdadero (episteme). De otro modo, la verdadera creencia y opinión (ignorante de la realidad de las cosas) quedan relegadas al ámbito de lo probable y lo aparente. Una certeza que el día de mañana probara ser falsa, en verdad nunca habría sido conocimiento. Y en efecto, esta vinculación entre conocimiento-verdad-necesidad forma parte de toda pretensión de conocimiento filosófico, científico, en el pensamiento occidental.

Visión científico/técnica

En ciencias de la información, se acostumbra a definir un continuo progresivamente complejo, integrado por los datos, la información, el conocimiento y la sabiduría. Así, se define al conocimiento como el conjunto organizado de datos e información destinados a resolver un determinado problema.

Para alcanzarlo se aplica un método existiendo así múltiples vías de llegar obtener el conocimiento: método empírico, método histórico, método lógico, analogía, etc.

En general, para que una creencia constituya conocimiento científico no basta con que sea válida y consistente lógicamente, pues ello no implica su verdad. Así por ejemplo, téngase un sistema lógico deductivo consistente y válido. Niéguese la totalidad de las premisas del sistema, y se obtendrá un sistema igualmente consistente y válido, sólo que contradictorio al sistema previo. De tal manera, validez no garantiza verdad. Para que una teoría deba ser considerada como verdadera, deben existir, desde el punto de vista de la ciencia, pruebas que la apoyen. Es decir, debe poder demostrarse su verosimilitud empleando el método científico, también conocido como método experimental. Ello sin embargo se ve seriamente complicado si se introducen interrogantes relativas a la suficiencia de dicho método, como por ejemplo, la transparencia de los hechos (¿existen los hechos puros o más bien interpretaciones?), la factibilidad de la pretensión de objetividad y neutralidad valórica (¿es posible la comprensión de la realidad desde un punto de vista neutro, tal como fuera el de un dios, o estamos condenados a perspectivas?), etc.

Visión religiosa

Sin embargo, el concepto de conocimiento es más general que el de conocimiento científico. Es así que las creencias religiosas constituyen un tipo especial de conocimiento, diferente del científico, aunque sí es fuente de conocimiento

Tipología del conocimiento

Podemos establecer varias formas de conocimiento (algunas más generales y otras más profundas)

Finalmente, considerando una organización, empresa, grupo, o sistema, el conocimiento puede existir en un ámbito individual o en un ámbito colectivo.

La teoría del conocimiento o epistemología es aquella que se encarga de estudiar el conocimiento y su forma de adquirirlo. Estuvo dividido en escuelas que son: jónica, pitagórica, eleática, atomista, sofista.

El saber o conocimiento puede ser teórico o práctico. El conocimiento teórico puede ser científico (por causas. Así todas las «logias». Por ejemplo Geología) o vulgar (las «grafías» o meras descripciones. Por ejemplo: Geografía). El conocimiento científico a su vez se divide en científico en sentido estricto (por las causas inmediatas), filosófico (por las causas segundas) y teológico (por las causas últimas pero con la ayuda de la revelación divina). El conocimiento práctico se divide en arte y técnica, atendiendo a su belleza.

Generación formal del conocimiento

El conocimiento desde el punto de vista formal puede ser generado de diversas formas. Una forma sistemática de generar conocimiento humano tiene las siguientes etapas:

1. Investigación básica (ciencias). Publicación de aportes predominantemente a través de memorias de congresos y de artículos especializados.

2. Investigación aplicada o de análisis (tecnología, humanidades, etc.). Publicación de aportes igual que en ciencias básicas.

Estas 2 primeras etapas pueden interactuar y ciclarse ya que puede existir un artículo con un aporte muy pequeño y luego uno que reúna los aportes de dos o más artículos. La investigación aplicada se basa en el conocimiento de las ciencias básicas pero también en cualquier manifestación de conocimiento. La investigación aplicada puede generar más conocimiento aunque la investigación básica no lo haga, sin embargo, nuevas aportaciones en ciencias básicas conllevan un gran cúmulo de nuevas potencialidades para la generación de conocimiento aplicado.

3. Libros científicos o técnicos. Un libro científico o técnico se hace agrupando, catalogando y resumiendo el conocimiento existente en un determinado tema. Un libro actualizado deberá incluir los últimos aportes que sobre el tema que trate hayan sido generados.

4. Divulgación. Partiendo del conocimiento existente o del flamante son publicados diversos artículos en revistas o libros de divulgación con la intensión de que el conocimiento sea explicado a la población general (no especialista). Es en esta etapa en que el conocimiento llega a la población de forma masiva. Lo mismo puede ser a través de los medios de comunicación electrónicos.

 

Enfoque histórico y gnoseológico

Casi todos los filósofos, de una manera u otra, se ocuparon del problema del conocimiento. La relevancia que ahora ha tomado se inicia ya con las posiciones idealistas. Cuando la conciencia, en Descartes, es prioritaria, y cuando en Kant la razón humana es conformadora del objeto, el conocimiento comienza a ser un problema central. Los tiempos del realismo espontáneo de toda la antigüedad y el Medioevo, llegaron así a su fin.

En Grecia predominan los problemas ontológicos. Desde Descartes, Berkeley, Malebranche, Leibniz, Locke, Hume y otros, predominarán los problemas gnoseológicos. En ellos el tema es relevante, pero todavía no se sienten llevados a pensar que el asunto merezca una disciplina de estudio especial. Será Kant quien con plena conciencia establecerá que el conocimiento requiere una “teoría” especial. Autores posteriores, de manera explícita o implícita, llegaron luego a considerar que el problema del conocimiento era el fundamental de la filosofía.

La descripción minuciosa de lo que acontece en el conocimiento humano dio lugar a una “fenomenología del conocimiento”. Aquí, de lo que se trata, es de efectivizar una descripción de lo que puntualmente aparece en el hecho del conocimiento humano. Es una descripción “pura” y no atiende a lo generador, o genético. De lo que se trato, como se ha apuntado, es de delimitar tanto el sujeto cognoscente, como el objeto conocido. Así, conocer, tiene lugar cuando el sujeto cognoscente aprehende o se apropia, del objeto conocido. La coexistencia de ambos factores es de rigor. El énfasis puesto en uno u otro de los dos componentes, determina que unos filósofos, por dar predominancia al objeto, deriven en posiciones realistas. En sentido contrario, los que den preeminencia al sujeto se inclinarán hacia actitudes y teorizaciones idealistas. Lo que ambos casos queda fuera de cuestión es que el objeto conocido debe ser trascendente al sujeto. De lo contrario no habría aprehensión de lo otro, sino mero autoconocimiento.

El problema de la posibilidad del conocimiento es otro de los que se presentan en el análisis. El escepticismo, desde los griegos, niega esa posibilidad. Desde siempre se ha encontrado en esta postura, una contradicción. Se niega el conocimiento desde la afirmación del conocimiento de que ese algo no es posible. Lo más frecuente es que tanto en esta posición, como en la opuesta, el dogmatismo, las posiciones sean moderadas o sincréticas.

El cogito cartesiano tratará de echar por tierra toda posibilidad de duda. El cogito partirá de lo que se entiende una evidencia indubitable. Kant se desentenderá de la aprehensión de la cosa en sí, o nominal, afirmando que el conocimiento, aunque sea de un objeto constituido por el sujeto, se da de hecho.

Otro de los problemas es el del origen del conocimiento. Algo se ha mencionado ya. Los que estiman que el aporte de los sentidos es lo fundamental sostendrán posiciones empiristas, a la manera de los ingleses. Los que estimen que independientemente de los suministros de los sentidos el conocimiento es posible por la actuación de la mera razón humana, conformarán el racionalismo, sobre todo, el racionalismo continental europeo. Aquí será frecuente el sostenimiento de la presencia de “ideas innatas” en el hombre, que se poseen fuera del concurso de todo aporte exterior.

Toda la tradición, desde el mundo griego en adelante, según es fama, definirá la aprehensión y la verdad del conocimiento como adecuación entre lo contenido en el intelecto y la cosa. A este respecto, en el siglo XX, Heidegger introducirá un enfoque diferente, que a su entender ya estuvo en lo más destacado y olvidado de los grandes filósofos griegos: la verdad como descubrimiento o des-velamiento del ser, por el sólo hecho de mostrarse como fenómeno primario. Esta postura es un intuicionismo extremo, que también ha estado presente en otros pensadores, como modo de captación de lo verdadero. Entre ellos Bergson, que sostenía la posibilidad de la intuición intelectual, distinta de todo trato racional o de inferencias deductivas.

 

 

 

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